El 9 de mayo de 1950, el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Robert Schuman, anunció, en lo que ahora se conoce como la Declaración Schuman, la creación de una Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) liderada por una única Autoridad.
La CECA (originalmente formada por Francia, República Federal de Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo) fue la primera de una serie de instituciones con carácter supranacional que, con el tiempo, evolucionarían hacia lo que hoy conocemos como Unión Europea (UE).
Los gobiernos europeos, en aras a evitar una nueva contienda bélica en el continente, estimaron que, si se ponía en común la producción de carbón y acero, se daría un primer paso muy importante para evitar una hipotética guerra entre Estados europeos; primero, porque la integración de estos intereses económicos impactaría positiva y directamente en el estado del bienestar de los ciudadanos en Europa; y, segundo, por constituir el primer paso hacia una Europa unida y que quedara representada como una única entidad política.
Pero es que, además, en la elección de carbón y el acero como primer paso para una gestión común de recursos, se tuvo también en cuenta que eran productos estratégicos para la industria militar (en aquella época). Una gestión común impediría, de hecho, que cada uno pudiese desarrollar una industria de defensa totalmente independiente del otro.
Así las cosas, el 18 de abril de 1951, tras la Declaración Schuman, se firmó en París el Tratado constitutivo de la CECA. Por tanto, aunque el objetivo inmediato de aquel primer Tratado era establecer un mercado común del carbón y del acero, sentando las bases de una comunidad económica, lo que realmente consiguió es iniciar el camino hacia una unión política europea.